Pese a la nefasta visibilidad de este verano, debida principalmente a los incendios del oeste peninsular, las noches en Laspaúles han vuelto a ser mágicas y maravillosas. A pesar de las dificultades, siempre hay algo que observar bajo el cielo nocturno de este rincón del Pirineo, y cada encuentro con los asistentes se convierte en una experiencia inolvidable.
Como ya he comentado en otras ocasiones, este mes de agosto no ha acompañado mucho para la observación astronómica: la Luna en fase llena, el polvo en suspensión, algunos días de lluvia aunque poco sy otros inconvenientes meteorológicos no lo han puesto fácil. Pero los que me conocen saben que estoy acostumbrado a lidiar en plazas difíciles. Sacar partido a una noche con escasa visibilidad es una tarea ardua y, a veces, ingrata. ¡No sabéis lo mal que me sabe por los asistentes! Pero así son las cosas; la naturaleza manda. Aun así, he aprendido a sacar agua de debajo de las piedras.
La primera noche impartí una explicación sobre orientación nocturna utilizando el láser astronómico. Nos desplazamos con un grupo muy majo al camino que sube a Caballo de Viento, justo después de la casa de Ca Palomera. Aquella noche fue de las mejores en cuanto a visibilidad, y una de las cosas que más me gusta de estas actividades es cuando los asistentes me preguntan sobre el espacio. En aquella ocasión me bombardearon a preguntas, lo que hizo que la velada se alargara más de la cuenta, pero yo estaba encantado. La anécdota de la noche fue el susto que nos dio Antonio de Ca Palomera, también aficionado a la astronomía, que apareció de la nada con su láser. Gracias a él y a su increíble puntero láser astronómico pude salvar la noche, porque al mío se le estaban descargando las pilas. Al final tuvo que marcharse porque su telescopio estaba preparado para fotografiar el cielo nocturno.
La segunda salida nocturna no fue de las mejores que recuerdo debido a la deficiente visibilidad, pero la pude salvar observando el gran Cúmulo de Hércules, Saturno acompañado de Titán, la Doble de Mizar y las nebulosas de Sagitario. Como viene siendo habitual, las preguntas de los asistentes fueron asombrosas y pusieron a prueba mis conocimientos. Luego apareció la Luna en fase llena y, como era de esperar, se apagaron las velas.
La tercera fue casi un ejercicio de fe por mi parte, porque la visibilidad era extremadamente deficiente para la observación. Pero como suele pasar en estos casos, tuve que sacar mi mejor repertorio para salvar la noche. Intento tenerlo todo controlado, así que calculé la salida de la Luna tras las montañas del Este, y los asistentes pudieron disfrutar de un fenómeno astronómico impresionante. Pudimos apreciar claramente el movimiento de la Luna cuando salía tras las montañas, y al estar en fase de cuarto menguante, se nos ofrecía con una imagen en forma de cuerno. Primero apareció la punta, y luego el resto del disco. Mientras la Luna ascendía, volvimos a observar Saturno, y muchos de los asistentes se emocionaron. Después hicimos un recorrido por los cráteres y cañones lunares, que dejaron a todos boquiabiertos.
Las anécdotas de esta noche fueron muchas. Una familia que vino desde un camping de Torla a casi dos horas de Laspaúlea asistió a la observación y luego se volvió. Me dijeron que estaban buscando actividades astronómicas y que solo encontraron las que organizamos desde el Camping de Laspaúles. La otra anécdota fue que, mientras un compañero me ayudaba con el láser para encontrar la galaxia de Andrómeda, una buena amiga del camping tuvo la “risa floja”, y al final acabamos todos desternillándonos de risa.
En resumen, ha sido un verano complicado para la observación astronómica, pero cargado de momentos únicos, de risas y de buena compañía bajo las estrellas. Espero que los organizadores del próximo evento astronómico en Laspaúles, previsto para el día 20 de septiembre, tengan más suerte con la meteorología que nosotros este agosto.
- Artículo de: Jorge Onsulve Orellana
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